Lo miré hundirse desde la superficie...
El agua cristalina distorsionaba una y otra vez su rostro
Poco a poco fue alejándose
Todo aquélla realidad quedó cerrada, como su mirada
Fue una pena solitaria y callada
se marchaba mojado, atolondrado...
La verdad se llevaba presa dentro de su cabeza
Y esa fue su torpeza, ahora se hunde,
La tristeza en mis versos ya no se difunde
Muere, ahógate, recibe el adiós que causó
Tu silencio atroz
La pena silenciosa, el merecido temido
Húndete, aléjate,
y en la gélida prisión no encontrarás redención
Ahora bien
Se despide de ti una lúcida razón un inmóvil corazón
que no se inmuta al mirarte marcharte
y así la historia se humedece de olvido al ahogarte...
Ahora debo partir,mi corazón comienza a latir
pues lejos de este turbio mar
he encontrado a quien amar
No hay comentarios:
Publicar un comentario