domingo, 26 de agosto de 2012

Melofilia 5'10''

El reloj había recorrido buena parte de su trayecto, haciendo que esta senda convirtiera el cielo en un oscuro y frío manto que se alzaba en lo alto; sobre nuestras cabezas.
Los nervios pronto comenzaron a invadirme pues era bastante tarde, y estos rumbos no eran precisamente ep mejor lugar para andar sola. Pensaba todo esto mientras esperaba en la larga fila para subir al camino. Eran las 11:30pm...
Después de un largo rato y con los nervios a flor de piel, subíe inmediatamente busqué el rincón más alejado. Me sentí y sólo podía pensar en lo tarde que era, y cómo sería la regañiza que me esperaba.

La gente que subía pronto se convirtieron en imágenes difusas que se perdieron de mi conciencia.

El camión, a pesar de encontrarse atiborrado, no daba pronta señal de avanzar, mientras las manecillas del reloj no paraban de hacerlo. Proferí un profundo suspiro hecho de desesperación, mientras maldecía mi suerte en un susurro.

Por fin escuché el glorioso sonido del motor encender, y recobré por un instante la tranquilidad.

Pronto de entre los ruidos convencionales del collage de conversaciones, el ambiente se escuché melodioso por un paradigmático silbido, producto de una canción llamada Wind of change. Hacía mucho que no la había escuchado y sentí una emoción extraña al volverlo a hacer en ese momento.
Olvidé el tiempo, la regañiza... mi mundo coexistía en ese momento con esa canción. Me dejé llevar por ella y cuando menos me di cuenta la estaba cantando muy fuerte. De vez en cuando la gente me veía de un modo extraño, pero la verdad no me importó.

De repente mi voz ya no era un unísono con la voz de Klaus Meine, sino que un el sonido débil pero claro de una voz masculina me acompañaba, provenía justo del asiento a lado de mi... No volteé a mirarlo sólo pude apreciar el desenfoque de su silueta.
La canción seguía y el tono de su voz fue en aumento, hasta q los dos cantábamos a la par. Yo aun no tenía el valor de mirarlo, pero sentí una conexión extraña con aquél desconocido que me arropaba con ese melódico gesto.

Seguían nuestras voces calcando la de la canción. El fino toque de sus dedos rozó los míos, y mi corazón latía tan fuerte que me costaba concentrarme y seguir cantando. Pronto entrelazó su mano en la mía. Pude haberme enojado, pero sentí una magia en ese momento que no podía romper.

Al terminar la canción, el mundo volvió a girar: la gente seguía hablando, otra canción se teproducía, el sonido del tránsito invadía la atmósfera. Y fue entonces que me atreví a mirarlo: Chico de tez morena, ojos grandes y cabello rizado y medianamente largo. No era nada desagradable. En realidad fue una mirada rápida y me la devolvió con una hermosa sonrisa que me hizo enrojecer levemente.

No cruzamos ni una palabra, y en realidad no hacía falta pues en ese estrujamiento de manos sabíamos todo.

Poco después se levantó del asiento y yo pronto solté su mano de.modo abrupto. Tocó el timbre para bajar. Yo miré hacia la ventana, pues una vergüenza adolescente me invadió.

Antes de bajar creo que algo me dijo. No lo recuerdo.

Desde la calle quedó mirándome y yo también. El camión lentamente avanzaba y él me sonrió por última vez, lanzando un beso al aire. Yo sólo agite torpemente la mano, haciendo un ademán de despedida.

Tras su partida, sentí el alma llena de paz. Nunca podré entender lo.que sucedió. Fue un sentimiento fugaz.

Una memoria de 5 min 10 seg... y aún no lo olvido. Momentos.Eso es la vida.

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